Los principios basicos de este disco se pueden resumir en un Death Metal lento, brutal pero ante todo extremadamente bien producido, lo que viene cortesía de Peter Tägtgren y resulta en un sonido claro como el agua y bastante memorable. No obstante a pesar de que la banda es una especie de Bloodbath a dieta, este disco dista mucho de ser un trabajo que se pueda extender mas allá de su propio nicho, el cual es claramente los seguidores del Death Metal sueco. Los temas son sencillos y directos, pero no simplones, de hecho algunos son exactamente una oda al nombre de la banda. Menciones especiales por brutalidad merecen Creeping Flesh, Bloodshed, Bloodthirst (esta es especialmente buena) y Reanimating the Dead, pero esto no significa que sean temas que evolucionen el género de los muertos y los zombis, y justamente si todavía no han deducido de que hablan la letras de Facebreaker esas dos palabras lo resumen con una precision quirúrgica.